Alguno se sorprenderá de que hable de este cuadro en mi web, ya que dista bastante de mi estilo. Pero quizás sea eso lo que haga que la valore más y la aprecie aún más.
Recuerdo el primer día que tuve la oportunidad de visitar el Museo del Prado. Era novato y no sabía que no se podían hacer fotos, así que me puse a hacer fotos a varios cuadros hasta que uno de los encargados de salas me dijeron que no se podia hacer fotos. Al poco de seguir la entrada me encontré con esta mágnifica y grandiosa obra (también por su tamaño 3,4m x 5 metros). Una obra que cubria la pared entera de una de las primeras salas del Museo.
La luz era ténue, y generaba un ambiente lúgubre perfecto para el cuadro. Recuerdo el tono de las paredes verde oscuro. Miré el cuadro y vi la cara de ella. Juana la Loca. En ese momento el tiempo se paró igual que su mirada lo hace en el cuadro, igual que su presencia lo hace con muchos de los que tiene alrededor. Que aunque pretenden seguir sus vidas están sentados a su alrededor y alrededor de su difunto marido.
Recuerdo que me quedé mirando la cara fíjamente, igual quien me viese, me hubiese visto igual de ido que ella lo está en el cuadro. No sé, para mi la locura siempre ha sido algo muy llamativo. Siempre me ha generado una mezcla de amor y tristeza, ya que saca de ti lo más puro y a la vez te expone a situaciones muy complejas que te llevan a extremos con bastante sufrimiento. Pero ahí está ella… desconsolada.. Supongo que pensó…»He tenido que venir a sacar a mi marido del convento de monjas». Ella esperaba que fuese un lugar de culto de hombres. O quizás no pensaría nada.. seguramente estaría sintiendo un dolor en el corazón inexplicable para muchos de nosotros. Un dolor que arranca de un verdadero amor y acaba en un miedo atroz por la muerte. Todo este sufrimiento se expresa en su pálida cara… y en su mirada ida. Nadie puede soportar tanto sufrimiento sin sacarlo a través del espejo del alma.
Lo segundo que me llamó la atención fue el humo… Como nace del fuego que está en la tierra y sube hacia el cielo cruzando a través de la espalda de Doña Juana. Podría significar la conexión que tiene el fuego del corazón de la propia Juana con el cielo, como esa pasión le hace irse hacia el cielo y dejar de pisar la tierra. Porque parece que se mezcla con las propias nubes.
Un sacerdote lee escrituras sagradas al féretro y tanta gente alrededor hablan calentándose del fuego, del fuego de su corazón.
Al fondo a la derecha se ve el convento de donde hubieron que sacar el féretro de Felipe I (su difunto marido). Cuanto amor debe tener alguien por otra alma para incluso despues de muerta, ocupar su vida con tanta pasión por él.
Concluyo con una frase de una película que me encanta: Interstellar. “El amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio”, si… Es así, el amor transciende todo, da igual el tiempo, el espacio, el dinero.. porque donde hay amor todo lo demás no importa.
Bellas palabras
Muchas gracias Don Miguel!,
Un abrazo.