Vivía en Madrid, sólo en un piso con muy poca luz. El que me llevaba a un momento íntimo cada vez que visitaba o me encontraba allí. Me sentaba sobre la cama litera que casi tocaba el techo y encendía una vela en un pollete que estaba al lado. En la oscuridad con una luz que no era la mía, una luz que me hacía compañía, removía todos mis fantasmas del pasado en cada momento. Entre todos ellos se escondían mis emociones puras, las cuales resurgían de mi ser en el momento en el que la poesía quebraba mi pensamiento racional y ordenado. De este modo las encontré, y de este modo os la muestro con esta poesía.
A sabiendas de
que no llevo vendas,
pretendes que corra
para sin demora.
Correr es bueno
siempre y cuando
alcances el vuelo.
Vuela hacia objetivos
vuela hacia un
lugar no definitivo.
Reza si eres creyente,
estudia si estudiante,
ignora si nada te importa,
entonces nudo en garganta.
Porque es bonito
ser un feliz ignorante,
pero es triste
para el observador consciente.
El saber te hace libre,
el saber es la herramienta,
si te quedas a medias
solo tu mente aprieta.
Pensar cada día un poco
es algo imprescindible
porque a cada instante
centramos un nuevo foco.
No olvides los esenciales
tu familia y tus orígenes
vuelve a pensar
en tus emociones vírgenes.
Emociones no contaminadas
las que el adulto
supone ya controladas.
No creas que,
toda tu infancia
no fue algo real.
Que lo que aprendiste
ya solo desviste.
Porque es tu único vestido
vestido de emociones
que de la misma manera
siempre sentirás.
Agradécelas, siéntelas
recórrelas, saboreándolas
Como cuando de pequeño
nada dejabas atrás.
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